De Rodolfo

En los 6 años en que conocí a Rodolfo y su familia, hay mucho que contar, por mi parte escribiré algunas anécdotas y dejaré abierta la ventana de comentarios a otros para que también participen en este recordatorio.

He estado haciendo una extensa búsqueda por la Web, tratando de copilar datos y fotos, casualmente el pasado año encontré algunos escritos y una foto de un periódico, no es mucho, pero dejan una respuesta de los últimos años de su vida.

En BLOG ARCHIVE podrán encontrar fotos del barrio, artículos de la prensa americana y cubana que tiene que ver con su familia, me refiero al naufragio del Trasantlántico Morro Castle en 1934, encontraran también artículos de prensa de Miami de los años 80 y de amigos que colaboraron con él, etc.

QUE EN PAZ DESCANSES AMIGO!

I knew Rodolfo and his family for more than 6 years, there is a lot to tell about the family. I will post some stories and pictures and will leave an open window for others that want to participate in this memorial.

I have been searching the Web for information and I have found some pictures and posts from others that knew him, even about his family and the tragic fire on Morro Castle ship.

In BLOG ARCHIVE you will find old pictures from the early 70's taken in his town.
There are articles about the Transatlantic Morro Castle, about his artwork in a Miami Club, etc.

REST IN PEACE OLD FRIEND!



Saturday, September 17, 2011

"El Castillito"

Foto del Castillito o Castillo de la Brisa, la edificación fué construída por el año 1926 y le llamaban “Castillo Buena Brisa", su propietario fué el Dr. Gustavo Gutiérrez, director de “Revista de la Habana”, la casona en verdad es una bella pieza de arquitectura del siglo XX.
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Actual foto después de una renovación en los años 80 y covertido este en Restaurante.
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1973


    Un sábado en avanzadas horas de la noche, un grupo de amistades nos reunimos frente a la casa de Rodolfo en Miramar; nuestro propósito, hacer una incursión a una casona abandonada en la misma esquina de la calle 26 y 7ma. Avenida. Allí supuestamente íbamos a dar una “sesión de ocultismo” procedida por Rodolfo, la cual nada tenía que ver con nuestras credibilidades o diría incredibilidad de los hechos que allí ocurrieron, o mejor dicho, que no ocurrieron pues aquello se tornó en algo parecido a una filmación de una mala película de categoría F. Fuimos allí simplemente por jodedera, a lo mejor para probar que nadie en el grupo tenía ningún tipo de miedo a lo “sobrenatural”.
     Esta casona era conocida por todos como el “Castillito” por su estructura arquitectónica, dicho lugar estaba abandonado y en mal estado desde hacia mucho tiempo, era una de las tantas casas en Miramar de la que sus moradores se habían marchado del país por no simpatizar con el gobierno Castrense y o habían sido prácticamente obligados a abandonar su país.
    Según datos que he obtenido por un descendiente, la casona fue construida por el año 1926 y le llamaban “Castillo Buena Brisa", su propietario fue el Dr. Gustavo Gutiérrez, director de “Revista de la Habana”, la casona en verdad es una bella pieza de arquitectura del siglo XX.
     “Por ahí pasó lo mejor de la Republica incluyendo a Chacon y Calvo, Marinello, Massaguer, Riveron, Gattorno, Abela, Ferrara, Garcia Lorca, Sicre y muchos mas. Tenía un salón Renacimiento Italiano, otro Luis 16 y un salón informal. Todos los cristales (las ventanas) eran de cristal emplomado de múltiples colores y venían de Europa. Desaparecieron. Mi abuelo trabajo en todos los gobiernos desde Machado hasta Bastista como Presidente del partido Liberal, miembro de Los Minoristas, Secretario de Justicia, Ministro de Hacienda, Presidente de la Cámara, embajador a las NU y la OEA, Presidente del Consejo Nacional de Economía (Ministro de Economía), etc. ¡EL viejo no paraba! Murió en el 59 en el exilio sin un centavo porque el nuevo gobierno confiscó su cuenta bancaria. Nunca robó. Fué honesto y fué declarado por el gobierno nuevo revolucionario "Persona No Malversadora" en otras palabras no había cometido delito contra la patria. Su vida entera luchó por el desarrollo y la independencia de Cuba, por el obrero (los salarios y retiros), la defensa de la industria ligera con aranceles, diversificación de la economía. Creó La Casa de Las América en el 48. Sus logros fueron impresionantes. Murió triste, que toda su labor por su patria fué en vano.” Palabras de su nieto.
    Llegamos a la abandonada casona como a las 11 y media, entramos por una ventana rota muy cerca de la inmensa puerta principal que daba a la calle 7ma. La casa tenía varias habitaciones en la planta alta, una había sido una biblioteca, y otra parecía haber sido como una capilla o algo por el estilo.
    Nuestro guía era Eddy el Brujo (no lo confundan con el Brujo de Gugu-Landia, aunque sí había cierta afinidad entre ellos) iba al frente de la comitiva alumbrando el camino con una vela, caminábamos en fila india y con mucho cuidado, tratando de no pisar algo “extraño”. Aquel oscuro, viejo y mal oliente recinto posiblemente había sido una bella sala en su tiempo, ahora estaba todo lleno de escombros y basura. Una brisa de aire entraba por una de las ventanas rotas revolviendo el local con una mezcla húmeda oliente a madera vieja, ladrillos, orine y caca humana. El primer impacto de ese olor penetró por mi nariz obligándome a hacer una mueca, me recordó por un momento el olor a formol que había respirado años atrás en la sala de Patología del Hospital Militar de Marianao. Algunas ratas asustadas por nuestra presencia saltaban y huían por entre los escombros.
    Eddy el Brujo ya comenzaba a subir por una amplia escalera que llevaba a un amplio espacio en el segundo piso, arriba, la cúpula con un inmenso vitral. Nosotros lo seguíamos, nos llevó hasta una habitación de buen tamaño, creo era una antigua capilla como dije anteriormente, en una de las habitaciones había un inmenso librero empotrado a una de las paredes con una caja fuerte, la cuál estaba cerrada y enseñaba rasguños y escaches ocasionados por obsesivos golpes de martillos y no se sabe que otros instrumentos de hierro usados para tratar de abrir ésta. Al parecer una infinidad de personas habían entrado allí en recientes años.
    El lugar era el apropiado para la “sesión”, ya había sido escogido de antemano por Rodolfo. Limpiamos la parte del centro de la habitación, removiendo la basura y escombros a un lado. Rodolfo sacó una tiza blanca de su bolsillo y dibujó un pentagrama en el suelo, rodeado de algunos símbolos y letras raras las cuales copiaba de un viejo libro que sostenía con su mano izquierda, escribía con cierta dificultad pues la luz penumbrosa proveniente de la vela que sostenía el Brujo estaba un poco distante de él.
    A un costado de la habitación había una inmensa ventana con sus puertas desmanteladas y rotas; al lado, una puerta abierta que daba a un balcón a la calle 7ma.
    Rodolfo se había echado por encima de su cabeza una sábana blanca, parecía un profeta o figura temible de la antigüedad, con su barba negra y espesa que cubría prácticamente toda su cara, me recordó por un instante a Rasputin. Levantó su mano derecha con sus dedos aferrados al mango de una antigua y larga bayoneta de la primera guerra mundial, mientras que con su mano izquierda agarraba el viejo libro de ocultismo y del cual trataba con dificultad de leer su contenido.
    -“Coño Brujo, alumbra más de cerca que no veo las letras”. –dijo con voz entrecortada.
    Obedeciendo de inmediato y con mano temblorosa, éste acercó la vela al libro.
    Parecía aquello como dije anteriormente, una película de horror clase F, lo estaba viendo todo en blanco y negro como si una pantalla me separase de mis amigos; a veces veía al Brujo como Renfield, aquel personaje de las películas de Drácula, al que tenían en un asilo de locos y comía insectos, después lo veía como el ayudante encorvado del loco Dr. en Frankestein.
     Cuando estábamos en medio de esas “dramáticas escenas” fuimos interrumpidos por unas voces y risitas provenientes de la escalera, alguien subía por ellas y se acercaban a la habitación; una tenue y pequeña luz amarillenta proveniente de una fosforera avanzaba por el lugar junto a sus sombras, finalmente los visitantes entraron en fila india, el Loco, Miguelito, Daina, Olga y Ana.
   El grupo se acercó silenciosamente y se detuvo a un costado, muy cerca de la puerta del balcón, al parecer no esperaban ver aquella “siniestra” reunión con velas, pentagrama en el piso y a Rodolfo recitando aquellas extrañas palabras, con una bayoneta la cual todavía empuñaba con su mano derecha en alto, para decir verdad, metía miedo con aquel atuendo blanco que cubría su cuerpo, y su cara desfigurada por la tenue luz proveniente de la ya desgastada vela que sostenía Eddy, ésta danzaba al compás de una brisa que entraba por la puerta del balcón, reflejando sombras movedizas en la pared y el techo, la habitación se había convertido en lugar propicio para un film escalofriante.
   Nos miramos de reojo el uno al otro con un cierto nerviosismo, algunos proyectaban en sus rostros una risita nerviosa. Una palidez que se notaba había invadido el rostro de Daina, estaba como paralizada, boquiabierta, sus ojos estaban tan dilatados y tan grandes como el de una lechuza.
   -“Brujo, ¿dónde está la sangre?” – interrumpió Rodolfo.
   -“¿La sangre? No pude conseguir la sangre…pero aquí tengo una lagartija para sacrificarla”. – diciendo esto, el Brujo sacaba de su bolsillo un frasco de vidrio con una lagartija muerta, la sacó del frasco y la colocó en medio del pentagrama.
   Rodolfo le contestó algo entre dientes, un tanto decepcionado, pero al instante continuó con su show, mencionó otras palabras raras y acto seguido dejó caer su mano derecha con la cual empuñaba aquella enorme bayoneta sobre la inerte muerta lagartija. El metal de la hoja hizo contacto con la losa del piso produciendo un ruido y unas chispas salieron disparadas hacia arriba.
   Se oyó un gritó de espanto y nuestra atención se tornó de inmediato hacia Daina, ésta corría hacia el balcón, desesperada, parece que quería tirarse del lugar pero fue aguantada a tiempo por Fofi, se encontraba en un estado de choque nervioso, las otras chicas se acercaron a ella tratando de consolarla mientras se marchaban a toda prisa del recinto.
   Al final de la historia, la vela del Brujo se derritió, nos quedamos a oscuras, tuvimos que encender algunos cerillos para alumbrar el camino de regreso, nada sobrenatural sucedió allí aquella noche excepto por el grito y el susto de Daina.